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Hola,
bienvenidos y bienvenidas al episodio 45! En esta ocasión tendremos un enfoque
diferente. A lo largo de todo el podcast hemos conversado sobre recomendaciones
y herramientas para aprender, pero en esta ocasión hablaremos sobre consejos
para enseñar. Pues sí, tendremos algunos episodios dedicados a los y las
docentes de idiomas, esas personas que nos muestran un mundo nuevo a través del
lenguaje.
Para estos
episodios pedí consejo justamente a profesores de idiomas, así que agradezco
enormemente a los profes Bryan y Diego, quienes llevan varios años trabajando en
docencia con adolescentes y adultos, y me han brindado sus principales
recomendaciones para compartirlas con ustedes. Este episodio estará dedicado
principalmente al proceso de la enseñanza en sí, en el próximo episodio veremos
un poco más el tema de la relación y el clima de la clase.
Vamos a iniciar con la definición de pedagogía. Acorde a la Real Academia Española, es la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza. Se define también como la capacidad para enseñar o educar, de manera que se puede decir que a una persona le falta pedagogía, o que tiene buena pedagogía. En este sentido, vamos entonces a dar inicio con las recomendaciones para mejorar nuestra pedagogía, es decir, nuestra capacidad de enseñar.
La primera
recomendación consiste en entender a nuestros estudiantes y el entorno donde
nos encontramos, esto incluye desde aspectos como el nivel de idioma inicial
que tienen, así como temas ambientales y de facilidades, como el tipo de mesas,
condiciones y tamaño del aula, si hay acceso a internet o no, ventilación, etc.
Y es que podríamos llevar a la clase actividades super entretenidas en
herramientas digitales como Kahoot o Quizziz, pero si no hay internet o
nuestros estudiantes no tienen acceso a teléfonos inteligentes, entonces
nuestras clases van a estar desfazadas de la realidad, y esto podría generar
desmotivación en el grupo.
Ahora bien,
si hay acceso a herramientas tecnológicas, sáquenles el mayor provecho. La
tecnología le encanta a las nuevas generaciones y no hay razones para seguir
enseñando como hace 100 años cuando estamos en el siglo XXI. Para esto, es
fundamental recurrir a aplicaciones, música, juegos virtuales, páginas web y
más recientemente, la inteligencia artificial. Que, por cierto, como un tip,
pueden usar las herramientas de inteligencia artificial para que les ayuden a elegir
técnicas didácticas e incluso a redactar las instrucciones de una tarea. Como
docentes, esto les puede ahorrar muchísimo tiempo.
Por otra
parte, si no hay acceso a internet, dense permiso para innovar, para salir del
aula e ir por ejemplo al jardín a realizar actividades al aire libre, jugar,
hacer deporte o inclusive, enviar tareas o proyectos que lleven el idioma a la
vida real. ¿Qué tal, por ejemplo, que los estudiantes graben un audio simulando
una conversación por radio o llamada telefónica? ¿Un video mostrando el barrio
en el que viven, o hacer un recetario en hojas de papel? En fin, actividades
que les permitan recortar, dibujar, jugar, tomar fotos, etc. Este tipo de
actividades llevan el nuevo idioma y el aprendizaje a la cotidianeidad. Y
hablando de temas cotidianos, es importante considerar la realidad de los
estudiantes al hacer las prácticas y los ejercicios. Por ejemplo, no sería
adecuado decir que Sara ama las joyas y va al centro comercial todos los fines
de semana, si estamos trabajando con un grupo de estudiantes de bajos recursos económicos
que no tienen un centro comercial cercano. Busquemos ejemplos que sean acordes
a su realidad.
Aprovecho
para tocar brevemente el tema del juego porque a veces pensamos que, por
trabajar con adolescente o adultos, pues no les va a gustar jugar. Y no es
cierto. No importa si tenemos 30, 50 u 80 años, a todos nos gusta el juego
porque nos despierta emociones, y el aprendizaje que causa una emoción es un
aprendizaje significativo. Además de ser divertido, crear juegos para aprender
ayuda a que los estudiantes interactúen, se conozcan, aprendan a resolver
conflictos, a adaptarse a situaciones cambiantes, y con todo ello, a mejorar
sus tolerancia, empatía y gestión de la competitividad y la frustración.
Esta otra
recomendación me encantó cuando me la dijeron y se refiere al desarrollo del
acento en el estudiante. No existe un acento perfecto o aquel que sea el
correcto, por lo tanto, no se puede pretender que el estudiante lo desarrolle. ¿A
qué voy con esto? En el idioma inglés no es lo mismo el acento de una persona
de Estados Unidos que de Canadá, de Australia, del Reino Unido, de la India o
de Sudáfrica, todos son acentos diferentes y todos están bien, por lo tanto, no
es correcto pretender que el estudiante desarrolle un acento en específico.
Vamos con la
gramática. Lo ideal es que la gramática no sea el centro de la clase, pero se
debe buscar que sea desarrollada a través de la comunicación y todas las demás
habilidades. En este sentido, es imposible separar la gramática de la escritura
o de la conversación, por lo tanto, todo tiene que ir de la mano
complementándose y no estudiándose como si fueran cursos separados.
Profundizando
un poco más y para cerrar esta primera parte, como profesores es importante
cuestionarse un poco lo que les enseñaron a hacer. Vamos a ver…poniéndolo en
contexto, el profe Diego me cuenta que a él le enseñaron en la universidad algo
así como “recetas” de cómo deben ser la cosas, tanto del idioma como de la
enseñanza, y esas “recetas” no siempre son realidades y no siempre son
correctas. Entonces en la práctica y con la experiencia, hay que cuestionarse y
no tener miedo a romper o eliminar esas creencias que les fueron transmitidas.
Cierro con esta frase de Nelson Mandela que para mí es el super poder de los y las docentes, y dice así:
“la educación es el arma más poderosa que puedes usar
para cambiar el mundo”
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